A pesar de llevar tantos años metida en esto aún me voy emocionada a casa cuando una persona ha logrado el objetivo...ya no sólo a nivel físico: verse bien, encontrarse a gusto, subir varios peldaños seguidos en lo que llamamos autoestima o amor propio o lo que sea, esta fuerza que hace que seas capaz de todo porque te quieres, porque te ves estupendamente...
Sino que hay una realidad que todavía me emociona más y es la capacidad de poder organizar mejor la existencia a partir de una alimentación estructurada. Entonces me doy cuenta de que esto es algo más...que nutrir el cuerpo es alimentar el alma y con ello florece la fuerza para poder gestionar la vida "desde otra perspectiva"...
Estar alimentados a la vez que nutridos, hace que rindamos al 100% de nuestras capacidades. Comparo a las personas con plantas cuando a veces, llegan en ese estado de letargo permanente, agotados, alicaídos....y como tal cual riego las hortensias de mi preciosa terraza florecen y renacen de nuevo...cargan pilas, cubren deficiencias y todos sus depósitos salen de la reserva para empezar a funcionar a pleno rendimiento.
La persona florece tal cual, se siente con energía, se siente más animada, más alegre y eso se va notando poco a poco...actúa la alimentación como un epicentro, como un eje central donde nos sustentamos para afrontar la vida en sí...es ese cambio lo que en realidad satisface mi orgullo profesional. Lo que hace que cada día me entusiasme más mi trabajo y sobre todo, lo que aún me llena de mariposas internas cuando alguien se muestra agradecido.
No puedo adorar más esta profesión, este trabajo de ayuda y aprendizaje contínuo. Donde doy conocimiento pero aprendo de experiencias, donde ofrezco ayuda pero también la recibo. Donde conocer a cada persona me regala una lección nueva, donde las horas se hacen minutos, y los diálogos son terapia conjunta.
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